Historias

NADA COBRAS, NADA VALES

Por: José Alejandro Bordas

Músico y Productor  

Editor invitado

Este año, luego de pasarme los últimos diez años como músico de “picoteo”, armé mi modesto estudio de grabación y quemé mis naves. Renuncié a las bandas con las que tocaba y me dejaban un dinerito mensual que no era suficiente para comprar un Jaguar pero era decente.

He tenido una suerte fenomenal y he podido sobrevivir en un año en el que tantos negocios dominicanos se han hundido. El año pasado produje tres artistas y dos jingles. Este año he producido a la fecha catorce artistas, cinco jingles y he colocado cinco canciones, y hay más en camino antes de terminar el año. Por supuesto, para lograr esos números he tenido la suerte de contar con mi currículum de trabajo con artistas como Vakeró, Ciudad De Ángeles, Aljadaqui y Transfusión, pero he tenido que aprender muchas cosas que muchos de mis colegas ya saben porque se lanzaron antes a la aventura. Una de las más importantes la relato a continuación.

Soy un ávido consumidor de tutoriales en YouTube. Siguiendo el consejo de ingenieros como Jonathan Criddle o productores como Steve Lacy, decidí ofrecer mis servicios de producción de forma gratuita para artistas del género urbano, para que probaran mis habilidades, construir un cuerpo de trabajo reciente y crearme una cartera de clientes.

ǃQUÉ ERROR!

Posiblemente en una sociedad como la norteamericana prestar tus servicios de gratis para darte a conocer es una estrategia que funciona, pero esa es una sociedad de abundancia y la nuestra es una sociedad de escasez, y se rigen por reglas distintas. ¿Quieres una demostración de que somos una cultura de pobreza? Paul McCartney es el músico más rico del mundo y a nadie le interesa en qué carro anda. Leonardo Di Caprio anda, de hecho, en un Prius. Sin embargo, la ostentación de las riquezas es un elemento básico para un artista dominicano. Recuerdo haber notado que el público estaba atento a la llegada de Vakeró para ver en qué carro llegaba, y recuerdo una conversación que tuvimos en la que me dijo que su carro preferido era un Toyota Corolla S del año, pero que su público “no le permitiría” tener un carro de menor categoría que la Land Rover que conducía. MANDA PINGA.

Esa cultura de pobreza explica la popularidad del Nuvo y explica porqué me ha resultado más fácil cobrar por mi trabajo que regalarlo. No solamente con artistas locales: me acerqué a una artista centroamericana para que probara un track conmigo y yo se lo regalaba; no conseguí ni siquiera que escuchara el demo que le estaba mandando. Otro centroamericano me dio vueltas y vueltas hasta que se decidió a grabar con un productor de su país que le estaba cobrando. Ninguno de los dos eran grandes celebridades (el sencillo del muchacho que me rechazó tiene menos de cinco mil views en YouTube) pero entendían que ni tan bueno podía ser un productor que estuviera cediendo su trabajo.

Con los urbanos locales decidí cobrar lo mismo que un productor de patio para introducirme en el mercado, pero no me fue mucho mejor. Hubo un artista al que tuve que tuve que devolverle su dinero luego de dos sesiones de puro infierno. Hubo otro al que le entregué su proyecto luego de diez meses trabajando en un solo track. En el primer trabajo de reggaetón que cobré mi tarifa completa, sin embargo, noté una diferencia considerable: si bien el track rompía varios convencionalismos del género, el artista aceptó el trabajo y me pagó INMEDIATAMENTE. Decidí cobrar mi tarifa completa (no tanto como Light GM pero más que un estudio de barrio) y no sólo no me ha faltado trabajo, mi vida ha sido más fácil. Espero poderla ir subiendo mientras vaya expandiendo mi estudio y mi resumé de hits.

Si eres un productor que está comenzando mi recomendación es que hagas todos tus trabajos al 100% de tus habilidades y que aprendas todo lo que puedas de todas las vertientes de este negocio, que todos estamos en esa. Pero aprende a darle valor a tu trabajo. Hay que caminar una línea delgada entre meterte en el mercado y valorar tu talento y tus habilidades. Sin importar qué tan buena sea tu música objetivamente, lo que cobres va a influir en la percepción del cliente. Y si nada cobras, nada vales.

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